El proceso de emancipación de los adolescentes en la pretensión de convertirse adultos, es sin duda, un signo del paso a la madurez.

Uno se va de casa cuando ve que ya no necesita que su madre o su padre le ponga el plato en la mesa cada día.

Ya hace mas de un año que EMMA se fue de la que era su casa, VIKO, y os quiero contar algunas reflexiones de como ha cambiado la vida de nuestra pequeña gran compañía.

Por que no es una empresa, es una compañía.

La facturación explosiona

La primera y más tajante, es que hemos pasado de facturar un poco menos de 300K a +750K.

Se podría resumir que el proceso de emancipación nos ha llevado a duplicar la facturación.

Es un gran dato, sí, pero paradójicamente, no el más importante. Una facturación alta te da tranquilidad pero también viene de la mano de una gran exigencia.

Pero supongo que aquí se puede aplicar el dicho de “Sarna con gusto, no pica”.

Libertad de errar

Evidentemente duplicar la facturación no se consigue solo dejando la compañía matriz, sino afianzando una serie de prácticas que ya llevábamos tiempo aplicando, y tenemos claro que no se habría conseguido sin la libertad que nos ha dado poder arriesgar más.

El derecho a no pedir permiso.

En un entorno donde no se tiene plena decisión, o al final, un entorno donde quien pone el dinero no está implicado en la compañía, se toman decisiones que a lo mejor no son del todo acertadas o que hay terceras razones que poco o nada tienen que ver con la compañía y sobre el producto que, al final, acaban afectando directamente a la misma.

El éxodo nos ha permitido equivocarnos más. Y eso, sin lugar a dudas, es lo mejor que nos ha podido pasar ya que implica decidir mucho más y bueno, tampoco somos tan necios como para equivocarnos en todo 😉 También hemos acertado bastante y hemos evolucionado como compañía hasta el punto que la toma de decisiones, aunque difícil al principio, se ha convertido en un proceso de lo más natural en nuestro día a día.

Disminuir peso de la estructura

Las lanchas motoras corren más que los portaaviones. Irnos de casa, nos ha permitido pasar de ser un barco carguero con pocos tripulantes a una lancha súper rápida y por el camino reducir el coste de estructura a más de la mitad.

Es verdad que no tenemos una oficina en ningún lugar trendy de Barcelona, que nuestro contable está más acostumbrado a hacer la contabilidad de agricultores que de una startup molona, que no tenemos departamento de recursos humanos o que nuestros gastos de representación para ferias y otros son inexistentes.

Pero realmente nos hemos dado cuenta que para nosotros es totalmente innecesario.

Hemos cambiado esos “lujos”, y por lujo entendemos esos elementos que tienen un coste mas elevado del normal y que no nos aportan en nuestro día a día un valor adicional pero sobre todo diferencial, por una tranquila oficina con jardín en Vigo, hacer dos fiestas al año con todo el equipo o potenciar el teletrabajo con un portátil ultra-molón-con-touch-bar para cada trabajador (nada de mierdas de PC’s).

Recibimos menos SPAM

En EMMA pensamos que deberían prohibir el e-mail.

Seamos honestos, en su momento era un avance, pero hoy por hoy es un nido de spam, cotilleos empresariales, headhunters que de “head” andan cortos o regodeos linkedinianos del “gurupolla” de moda.

Usamos Slack, nos comunicamos por Skype o teléfono y no dejamos cosas para contestar al día siguiente. Y lo más importante, no tenemos que leer lo mono que es el niño de un compañero de oficina 100 veces en una cadena de mails.

Vamos, que optimizamos el tiempo.

No existen dogmas, todo está permitido

En EMMA ahora no nos tenemos que preocupar por contentar a ningún inversor, o contentar a un consejo. Solo nos tenemos que preocupar en hacer que la compañía funcione de la mejor manera posible. Y para eso ahora somos 3 cabezas, y aunque unas son más cabezonas que otras, piensan mejor que una. Todo es cuestionable y discutible. Todo.

La Ilusión

Hemos afrontado este primer año solos, con algún miedo, pero sobretodo con un autobús de ilusión y eso, se ha notado en el producto. En contra de malos augurios, decidimos apostar por el reto.

Hemos evolucionado más que nunca, hemos mejorado más que nunca y nos hemos divertido más que nunca. Sí, divertido. Aunque generalmente las empresas tienden a ser algo rancio, nuestra compañía es por norma muy divertida.

Miramos atrás y vemos los primeros años como un aprendizaje. Dónde aprendimos qué cosas queríamos ser de mayores y qué cosas no queremos ver ni en pintura en nuestro curriculum. Y vemos el futuro como una mejora continua del producto hasta ser un referente del mercado. En este aspecto hemos conseguido más en un año que en los cuatro anteriores. Y con eso nos quedamos.

Ha sido un año maravilloso.